El 5 de junio fue una fecha que dejó huella en la historia espacial: el módulo lunar japonés Resilience se estrelló contra la Luna. La empresa ispace, encargada de esta misión, perdió contacto con su creación y eso complicó las cosas. El telémetro láser, que debería haber medido la distancia a la superficie lunar, tardó más de lo esperado en dar información precisa. Y claro, esto impidió que el módulo pudiera frenar a tiempo y alcanzar la velocidad adecuada para un alunizaje seguro.
Un impacto que deja huella
Aunque no sabíamos exactamente dónde había impactado hasta hace poco, ahora tenemos imágenes del lugar gracias a la NASA. La agencia ha compartido fotografías del sitio del accidente tomadas por su cámara de ángulo estrecho desde unos 80 kilómetros sobre Mare Frigoris, una región llena de historia volcánica y curiosas fallas geológicas. En esas fotos se puede ver una mancha oscura que se formó justo en el punto donde Resilience chocó con el suelo lunar, levantando polvo y rocas como resultado del impacto.
La NASA explica que ese halo brillante alrededor del sitio se debe a los fragmentos de regolito –la mezcla de roca y polvo lunar– levantados por el choque. Es fascinante pensar cómo un simple accidente puede dejar tal marca en un entorno tan inhóspito.
Este intento fallido es solo uno más para ispace; recordemos que también perdieron contacto con su primer módulo Hakuto-R poco antes de intentar aterrizar en abril de este año. A pesar de los tropiezos, estos esfuerzos son pasos importantes hacia nuestro sueño colectivo: explorar la Luna y más allá.