En un mundo donde las noticias son cada vez más alarmantes, desde guerras hasta crisis económicas, la pregunta que muchos se hacen es: ¿qué hacemos ahora? La respuesta no es simple, pero lo que está claro es que los inversores no están huyendo. Al contrario, están en modo exploración. Buscan protección y seguridad en un mar de incertidumbres.
El oro vuelve a brillar
Si bien antes hablábamos de bonos soberanos como el refugio ideal, eso ha cambiado. Hoy, el oro se ha alzado como uno de los activos más buscados. Con su precio superando los 3.400 dólares por onza, no solo se debe a tensiones políticas; hay una creciente desconfianza hacia el dinero fiat. El oro tiene algo especial: no se imprime ni pierde valor con la deuda. Además, se usa en joyería y componentes electrónicos, lo que le otorga una estabilidad única. Si baja demasiado, ahí están los consumidores para devolverlo a su sitio.
No obstante, el oro no está solo en esta lucha por ser el refugio predilecto. Los ETFs temáticos han irrumpido con fuerza en la escena financiera. Estas inversiones quirúrgicas apuestan por sectores que prosperan cuando todo lo demás parece desmoronarse: defensa y energía son solo algunos ejemplos. Cuando el precio del petróleo se dispara repentinamente, como ocurrió hace poco, estos fondos actúan como verdaderos paracaídas.
Aunque hay otros protagonistas emergentes que están comenzando a hacerse un hueco entre los refugios tradicionales. Las farmacéuticas se presentan como baluartes ante la inflación y la inestabilidad económica; su demanda sigue creciendo sin importar las circunstancias externas. Por otro lado, las utilities —luz, gas y agua— ofrecen esa estabilidad necesaria frente a cualquier tormenta económica.
No podemos olvidarnos de las grandes tecnológicas; esas empresas que solían verse solo como motores de crecimiento ahora también funcionan como defensivos modernos gracias a sus flujos constantes de caja y baja deuda relativa.
Poco a poco nos damos cuenta de que estar preparado significa tener diversas trincheras donde refugiarnos. No hay una única solución mágica; más bien un mosaico de activos estratégicamente seleccionados para enfrentar cualquier desafío futuro.