En un movimiento que no pasa desapercibido, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha decidido dar un paso firme y adjudicar un contrato por valor de 200 millones de dólares a OpenAI, la famosa empresa detrás de ChatGPT. Su misión es clara: desarrollar soluciones innovadoras que fortalezcan la seguridad nacional. Pero aquí no acaba todo; esta colaboración va más allá, enfocándose en esos desafíos estratégicos que nos mantienen despiertos por la noche, tanto en el ámbito bélico como empresarial.
Una apuesta por la inteligencia artificial
La noticia fue revelada este lunes por el propio Pentágono. Y si echamos un vistazo a las intenciones del Gobierno de Donald Trump, esto encaja perfectamente en su estrategia para reforzar el país mediante una inyección considerable de fondos al Pentágono. Ahora bien, Sam Altman, cofundador de OpenAI, no se ha quedado callado ante los nuevos retos. Al hablar sobre su competencia china DeepSeek, lanzó: «Obviamente, ofreceremos modelos mucho mejores».
Este acuerdo específico se formalizó con OpenAI Public Sector LLC y tiene previsto que sus operaciones se concentren principalmente en Washington D.C. Lo interesante es que OpenAI ya está trabajando codo a codo con otras empresas en proyectos similares; recordemos su alianza con Anduril Industries para implementar IA en misiones críticas.
Además, Altman ha mostrado públicamente su apoyo a Trump y lo acompañó durante el anuncio de una masiva inversión destinada a infraestructuras relacionadas con la inteligencia artificial. Esta tendencia hacia la IA parece imparable. En marzo pasado, el Pentágono también dio luz verde a ScaleIA para desarrollar ‘Thunderforge’, un proyecto ambicioso destinado a integrar la inteligencia artificial en la planificación operativa militar.
A medida que avanzamos hacia un futuro incierto, Estados Unidos busca reafirmar su posición como líder global en esta carrera tecnológica clave para nuestra seguridad nacional. La pregunta queda en el aire: ¿será suficiente?