Imagina un pequeño renacuajo, con su piel suave y brillantes ojos, pero lo que lo hace especial no es solo su aspecto, sino el futuro que le espera. Un equipo de investigadores de la Escuela John A. Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas (SEAS) de Harvard ha dado un gran salto en el mundo de la biotecnología al implantar un dispositivo bioelectrónico en los embriones de estos anfibios. Este aparato, tan blando y flexible como el propio tejido cerebral, se integra con el tiempo a medida que crece el cerebro del renacuajo.
Un futuro lleno de posibilidades
Pero ¿por qué es tan importante este hallazgo? La clave está en la posibilidad de entender mejor enfermedades como el autismo o la esquizofrenia, que podrían comenzar a gestarse en esas primeras etapas del desarrollo. «Nuestra tecnología abrirá un campo inexplorado», asegura Jia Liu, uno de los investigadores. Hasta ahora, medir la actividad neuronal en embriones era una tarea casi imposible. Sin embargo, gracias a este nuevo avance, se podrán monitorizar las interacciones neuronales desde sus inicios.
A lo largo del estudio, se demostró cómo estos dispositivos pueden seguir cada fase del desarrollo embrionario sin causar ningún daño al organismo. Esto es crucial porque cuando los cerebros están completamente formados, cualquier intento de implantación puede significar un riesgo para las neuronas ya conectadas.
Los científicos han estado trabajando durante años para crear estas bioelectrónicas blandas y no invasivas. Usaron elastómeros fluorados que son tan suaves como el tejido biológico pero suficientemente resistentes para soportar procesos complejos. En estudios anteriores ya habían logrado crear organoides ciborgánicos tanto del corazón como del cerebro; esta vez van más allá con sus renacuajos cíborg.
Así que sí, quizás algún día podamos mirar dentro de las mentes en desarrollo y encontrar respuestas a preguntas que nos han intrigado durante siglos. El camino por recorrer es largo, pero cada pequeño avance cuenta. Y hoy estamos más cerca que nunca.