El asteroide 2024 YR4, ese pequeño viajero del espacio que nos ha tenido en vilo, ha vuelto a hacerse notar. Observado por el telescopio James Webb, ahora enfrenta una posibilidad de impactar contra la Luna que ronda el 5%. Pero ¿qué significa esto realmente para nosotros?
A principios de este año, el 2024 YR4 acaparó titulares y generó debates apasionados. Un riesgo de impacto contra la Tierra del 3,1% hizo que muchos se pusieran nerviosos; memes y teorías apocalípticas comenzaron a inundar las redes sociales. Sin embargo, entre tanto ruido, también hubo voces sensatas como las del español Juan Luis Cano, coordinador de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA, quien nos recordó que no debemos entrar en pánico.
Nuevas mediciones revelan riesgos lunares
A medida que los astrónomos continuaron su labor con observaciones más precisas, se descartó el peligro para nuestro planeta. Pero la historia no acaba ahí: ahora tenemos que prestar atención a un posible impacto lunar programado para el 22 de diciembre de 2032. Las nuevas mediciones indican que la probabilidad ha subido al 4,3%.
Aunque la idea de un asteroide chocando con nuestra Luna puede sonar alarmante, los expertos son claros: si llegara a ocurrir, no alteraría su órbita ni supondría una amenaza real para nosotros. “El debate no es si va a pasar o no; va a pasar”, dijo Cano. Lo importante es saber cuándo.
Este asteroide tiene unos 60 metros de diámetro y fue detectado por primera vez en diciembre de 2023. Aunque inicialmente parecía representar un peligro inminente para la Tierra, gracias al trabajo conjunto de científicos alrededor del mundo se logró reducir esa probabilidad hasta cifras mínimas.
A partir de ahora, todos los ojos estarán puestos en el asteroide hasta que vuelva a ser visible desde nuestro planeta en 2028. Será una nueva oportunidad para seguir desentrañando sus secretos y afinar aún más su trayectoria.
No olvidemos: todo esto es un recordatorio del valor crucial que tiene observar el espacio y comunicarlo bien. En tiempos donde circula tanta desinformación y sensacionalismo, mirar al cielo nos recuerda lo fascinante e imprescindible que es conocer nuestro entorno cósmico.