En una jugada que promete agitar el panorama de la exploración espacial, Rusia ha anunciado su ambicioso proyecto: un cohete capaz de transportar hasta 10 toneladas a Marte gracias a propulsores nucleares. Mientras tanto, el Starship de SpaceX sigue lidiando con sus propios tropiezos; su último vuelo terminó en un chapuzón inesperado en el océano Índico. En este contexto, Dmitri Bakánov, director general de Roscosmos, no dudó en lanzar la noticia justo después del fallido noveno vuelo de prueba de su competidor. Pero no lo hizo para mofarse, sino más bien para recalcar que conquistar el cosmos es una tarea titánica y llena de desafíos.
Una carrera espacial intensa
“Esto es el cosmos, y siempre será una misión complejísima”, dijo Bakánov, mostrando respeto hacia los esfuerzos de SpaceX y otras agencias alrededor del mundo. Para él y su equipo, colaborar con otros países como China o India es clave en esta aventura estelar. Ahora bien, ¿qué hace tan especial al nuevo cohete ruso? Se basa en tecnología nuclear que podría sustituir a los sistemas químicos actuales, permitiendo así enviar cargas más pesadas y abriendo la puerta a futuras misiones científicas.
Aunque aún no hay fechas claras para las pruebas, la meta está definida: mantener viva la presencia rusa en la exploración del espacio profundo mientras otros como China y Estados Unidos avanzan rápidamente. La situación se complica aún más tras otro contratiempo del Starship. Después de alcanzar la órbita terrestre por primera vez y reutilizar su potente propulsor Super Heavy, terminó dando vueltas sin control antes de explotar sobre el océano Índico. Un mal día para Elon Musk, que sueña con llevar humanos al planeta rojo antes de que acabe esta década.
Con sus 33 motores Raptor y un diseño totalmente reutilizable, Starship representa lo más audaz del sector privado en este campo. Sin embargo, como bien apuntó Bakánov: cada prueba revela lo complejo que es realmente trasladar carga —y algún día personas— a otros mundos.