En una mañana que prometía ser histórica, el cohete Starship de SpaceX, la ambiciosa apuesta del visionario Elon Musk, se lanzó al cielo desde Starbase, Texas. Pero lo que debería haber sido un paso más hacia la conquista del espacio se tornó en un espectáculo inesperado. Casi una hora después de despegar, el Starship sufrió lo que la empresa ha llamado un «rápido desmontaje imprevisto». Un giro que dejó a más de uno con la boca abierta.
Aprendiendo de las caídas
Como si la emoción del vuelo no fuera suficiente, esta situación ha hecho que muchos levanten las cejas y se pregunten qué significa realmente esto para el futuro de los viajes espaciales. Desde SpaceX han querido restarle hierro al asunto diciendo que cada prueba es una oportunidad para aprender. En sus propias palabras, este «éxito» contribuye a mejorar la fiabilidad del cohete. Pero, ¿realmente podemos considerar esto un éxito? La comunidad está dividida: hay quienes ven en este fracaso una oportunidad y otros simplemente lo consideran otro tropiezo más en el camino hacia las estrellas.