En el corazón de Europa, un cambio legislativo está sacudiendo los cimientos de la famosa plataforma OnlyFans. El empresario ucraniano Leonid Radvinsky, dueño de esta red social que ha dado tanto de qué hablar, está considerando venderla por unos impresionantes 7.055 millones de euros. Según informaciones de Bloomberg, aunque están evaluando varias ofertas, aún no hay nada decidido.
La esencia de OnlyFans radica en permitir a creadores ofrecer acceso exclusivo a contenido variado: desde fotografías y vídeos hasta chats directos. La compañía se lleva una comisión del 20% sobre las suscripciones, y aunque ha intentado diversificar su propuesta con entrenadores y artistas, el contenido para adultos sigue siendo su principal imán.
Cambio radical en Suecia
Pero esto podría estar a punto de cambiar drásticamente. Con la reciente aprobación de una ley en Suecia que castiga a quienes compren vídeos personalizados, la situación se complica. A partir del 1 de junio, solicitar y pagar por contenido hecho a medida será considerado un delito similar al de la prostitución, lo que puede llevar a penas de hasta un año tras las rejas. Sin embargo, hay que aclarar que solo se penaliza al comprador; los creadores seguirán pudiendo vender su trabajo sin problemas.
Teresa Carvalho, diputada socialdemócrata sueca, no ha dudado en calificar este nuevo enfoque como “una modernización necesaria” para adaptarse a los tiempos actuales. En su declaración ante TV4 subrayó: «Es hora de actualizar nuestra Ley sobre la Compra de Sexo e incluir también esas transacciones digitales que hoy tienen lugar en plataformas como OnlyFans».
Sin embargo, los creadores han alzado la voz contra esta medida. Muchos sienten que los políticos no comprenden realmente el mundo digital en el que trabajan: «Estamos aquí haciendo nuestro trabajo con independencia y seguridad», afirmaron algunos content creators en respuesta.
El ministro de Justicia sueco, Gunnar Strömmer, defendió la modificación como una extensión lógica del marco regulador existente sobre prostitución. Pero ¿realmente estamos avanzando o simplemente tiramos a la basura opciones legítimas y seguras? El debate está servido y las repercusiones podrían ser mucho más amplias.