La historia entre Trump y Apple se complica. Con los nuevos aranceles que el Gobierno de Estados Unidos ha impuesto, la gigante de la tecnología está navegando por aguas turbulentas. Tim Cook, al mando de Apple, ha tenido que elevar el costo de fabricación de los iPhones en nada menos que 300 dólares, lo que no solo afecta a su margen de beneficio, sino también al bolsillo de los consumidores. Como si esto no fuera suficiente, han decidido trasladar 600 toneladas de iPhones desde India hacia EE.UU., buscando así evitar las mordidas fiscales y asegurarse un buen inventario en su mercado principal.
Una lucha por el control
Pero aquí viene lo interesante: mientras Apple refuerza su presencia en India con cadenas de producción gracias a Foxconn y otros proveedores, Trump no está contento con esta jugada. Durante una visita reciente a Catar, dejó claro su desacuerdo: «No queremos que construyas en India. Queremos que construyas aquí». Y es que el presidente norteamericano quiere ver cómo esa inversión prometida de 500.000 millones de dólares va acompañada por un aumento real en la producción dentro del país.
A pesar de estas exigencias, expertos como Tarun Pathak advierten que la realidad es otra: fabricar un iPhone en EE.UU. sale más caro y hay escasez tanto de mano de obra cualificada como instalaciones adecuadas. Las fábricas indias producen más de 40 millones de unidades al año, representando aproximadamente un 20% del total global, pero alcanzar las metas propuestas por Trump parece una tarea titánica.
Y como si eso no fuera suficiente presión sobre Tim Cook y su equipo, Eddy Cue lanzó una declaración inquietante: «Es posible que dentro de 10 años no necesites un iPhone». En resumen, estamos ante una guerra comercial donde cada movimiento cuenta; pero los sueños patrióticos chocan con las frías cifras económicas y logísticas.