Todo comenzó en febrero, cuando Google Maps decidió cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América, un movimiento que se alinea con una orden ejecutiva firmada por Donald Trump en su primer día como presidente. No es la primera vez que las decisiones políticas afectan al mundo tecnológico, pero esta ha encendido la chispa de un conflicto entre dos naciones.
¿Por qué este cambio?
El cambio no pasó desapercibido. Desde que Trump tomó las riendas, hemos visto cómo su administración ha implementado acciones que dejan huella en el sector tecnológico. La razón detrás del cambio? Según él, porque Estados Unidos «hacía la mayor parte del trabajo allí». Pero claro, esto no es tan sencillo para el gobierno mexicano, encabezado por Claudia Sheinbaum, quien no está dispuesta a dejar que se tiren a la basura años de historia y cultura.
A pesar de las reiteradas solicitudes para mantener el nombre original, Google optó por seguir esta nueva denominación. Sheinbaum incluso escribió una carta a Google pidiendo reconsiderar su decisión y advirtiendo sobre posibles acciones legales. Y lo curioso es que Google respondió diciendo que esto era solo parte de su práctica habitual de seguir los cambios propuestos por fuentes oficiales.
Y aquí viene lo más interesante: mientras en México aún vemos el Golfo como siempre ha sido, los usuarios estadounidenses ahora tendrán dos nombres para elegir: Golfo de México o Golfo de América. Apple también se sumó al tren y modificó su mapa en consonancia con esta controversia.
No cabe duda de que este episodio ilustra cómo lo político puede chocar con lo digital y dejar a muchos preguntándose quién tiene realmente el derecho a nombrar las cosas. En fin, parece que aún tenemos mucho por ver en este tira y afloja entre naciones y corporaciones tecnológicas.