El pasado 8 de mayo, el cardenal Robert Francis Prevost Martínez se convirtió en el nuevo Papa León XIV, tras la muerte del querido Francisco. Durante semanas, los nombres que sonaban para sucederle eran como ecos en las conversaciones: desde el cardenal filipino Luis Antonio Tagle hasta Pietro Parolin. Pero, quién lo iba a decir, hasta la inteligencia artificial tenía sus apuestas. Según ella, Tagle era el candidato «más coherente».
Al final, sin embargo, el elegido fue Prevost. Y aquí viene lo interesante: ¿por qué decidió llamarse León XIV? La respuesta no es trivial. En su primera intervención ante los cardenales, destacó que su elección responde a una necesidad urgente: afrontar lo que él llama «otra revolución industrial» y cómo la Iglesia debe adaptarse a los avances de la inteligencia artificial.
Un nombre con propósito
En palabras del propio León XIV: «Hay diferentes razones para ello, pero principalmente porque el Papa León XIII abordó cuestiones sociales durante la primera gran revolución industrial. Hoy, necesitamos ofrecer nuestra doctrina social como respuesta a estos nuevos retos tecnológicos».
No se puede negar que la Iglesia Católica ha despertado un notable interés por la inteligencia artificial en los últimos años. El legado tecnológico del Papa Francisco dejó huella; él mismo advirtió sobre los peligros y beneficios de esta tecnología revolucionaria. Durante la Jornada Mundial de la Paz 2024, subrayó que es vital reflexionar sobre su uso responsable y prevenir consecuencias negativas.
A raíz de esto, se elaboró un manual ético para gestionar adecuadamente la IA y se propuso un tratado internacional que regule su uso para proteger nuestros valores humanos frente al poder desmedido de los algoritmos.