La muerte del Papa Francisco dejó un vacío que muchos creían difícil de llenar. Sin embargo, tan solo tres semanas después, el cardenal Robert Francis Prevost fue elegido como el nuevo Papa, tomando el nombre de Leon XIV. La fumata blanca que emergió de la Capilla Sixtina sorprendió a los cientos de fieles que esperaban ansiosos en la Plaza de San Pedro. Fue en ese momento cuando el cardenal protodiácono Dominique François Joseph Mamberti pronunció con voz firme el histórico «¡Habemus Papam!».
Un cónclave lleno de secretos
El proceso para llegar a esta elección es tan antiguo como la propia Iglesia. Cardenales encerrados a cal y canto en la Capilla Sixtina, alejados del bullicio del mundo exterior, sin teléfonos ni internet. Es un ritual que busca mantener la pureza del voto. Cada cardenal escribe su opción en una papeleta y las urnas se abren sólo cuando ha terminado el escrutinio. Si uno obtiene dos tercios de los votos, ¡fumata blanca!
A medida que se acercaba el momento decisivo, los nombres más mencionados eran los de Luis Antonio Tagle y Pietro Parolin, hasta que finalmente Prevost se hizo con el trono papal tras cuatro intensas votaciones.
Antes del cónclave, le preguntamos a ChatGPT sobre las posibilidades: «El cónclave de 2025 promete ser uno de los más impredecibles», decía la IA. Aunque no tiene opiniones personales, sí apuntaba a figuras como Tagle o Zuppi como favoritos por sus posturas reformistas y su carisma.
No obstante, la elección final fue inesperada. A pesar de que todos tenían puestas sus esperanzas en los otros candidatos, Robert Francis Prevost emerge ahora como una nueva figura en tiempos complicados para la Iglesia Católica.