Desde hace un tiempo, las alarmas han empezado a sonar con fuerza. La inteligencia artificial está avanzando a pasos agigantados y, con ella, el temor de que nuestros trabajos puedan verse amenazados. Desde que ChatGPT llegó en noviembre de 2022, muchos profesionales han sentido ese frío aliento en la nuca. Los actores de doblaje ya están viendo cómo sus voces pueden ser replicadas por máquinas; mientras que en Hollywood, los intérpretes empiezan a notar que su esencia puede ser imitada.
Un futuro donde lo humano podría ser innecesario
Pero no se detiene ahí. En una reciente charla con Jimmy Fallon en The Tonight Show, el ex director ejecutivo de Microsoft, Bill Gates, lanzó una bomba: “En los próximos diez años, no necesitaremos humanos para la mayoría de las cosas”. Un comentario que deja claro que estamos ante un cambio radical en cómo funcionamos. Este magnate tecnológico señala que profesiones como ingenieros de blockchain, periodistas y hasta médicos podrían quedar relegadas a un segundo plano gracias al desarrollo de la IA.
Bajo su perspectiva, incluso los roles más críticos como médicos y profesores podrían volverse obsoletos: “Contar con un gran médico o buen profesor es algo raro hoy en día. Con la IA, esto será común”, afirmó Gates. Sin embargo, también dejó entrever las implicaciones profundas que esto tendría para nuestra sociedad.
Aunque él mismo reconoce que actualmente el uso de estas tecnologías es costoso –un ejemplo claro es el nuevo modelo o1-pro de OpenAI– no podemos ignorar que este avance podría cambiar nuestra manera de trabajar y vivir. Según Gates, si logramos automatizar tareas rutinarias que consumen gran parte del tiempo laboral actual, podríamos disfrutar de más horas libres sin perder productividad.
A pesar de su entusiasmo por la inteligencia artificial –a la que compara con inventos revolucionarios como el ordenador personal o Internet– también plantea preguntas importantes sobre la equidad: “El mundo debe asegurarse de que todos se beneficien”, dice convencido.
Así las cosas, nos encontramos ante una encrucijada donde deberíamos preguntarnos: ¿realmente queremos tirar a la basura nuestras habilidades humanas?