Imaginen por un momento que un viejo conocido aparece de nuevo en sus vidas, tras años de silencio. Así es la historia de Kosmos 482, una sonda soviética lanzada en 1972 que lleva más de medio siglo dando vueltas alrededor de nuestro planeta. Pero ahora, está a punto de hacer su entrada triunfal… o caótica, dependiendo del día.
Cuando se lanzó al espacio, tenía la misión de estudiar Venus, pero un fallo en su cohete la atrapó en nuestra órbita como si fuera un ave perdida. Desde entonces, ha estado flotando, olvidada y convertida en lo que muchos llamarían basura espacial. Sin embargo, lo realmente inquietante es que su robusta cápsula puede resistir el calor abrasador y las presiones extremas si decidiera reingresar a la atmósfera terrestre.
Una caída inminente
Se estima que Kosmos 482 podría reentrar entre el 7 y el 13 de mayo de 2025. Aunque los expertos creen que caerá en zonas despobladas o en el mar (como suele pasar), la incertidumbre sobre su trayectoria hace necesario mantenerla bajo vigilancia. Tras todo este tiempo flotando por ahí, ¿quién se atreve a asegurar dónde aterrizará?
Aparte del riesgo potencial (que es bajo), hay una parte fascinante en esta historia: Kosmos 482 es un testimonio tangible del pasado soviético y uno de los legados del programa Venera. Puede que no haya sido una misión exitosa en términos científicos —se quedó atrapada aquí— pero representa esa lucha titánica entre potencias por conquistar el espacio.
Incluso hay quienes han intentado seguirle la pista desde la Tierra; como Ralf Vandebergh, un astrofotógrafo neerlandés que ha capturado imágenes donde parece haber detectado lo que podría ser su paracaídas desplegado desde hace años. Aunque esto no garantice un aterrizaje suave —más bien lo contrario— añade un toque dramático a esta ya emocionante narrativa.
En resumen, mientras nos preparamos para ver qué destino le espera a esta cápsula histórica cuando decida regresar (si es que lo hace), recordemos que cada fragmento perdido en el cielo tiene una historia detrás. Y quién sabe, quizás algún día podamos analizarla como un trozo del legado humano en nuestro viaje hacia las estrellas.