En el fascinante mundo de la biotecnología, Colossal Biosciences ha hecho ruido al anunciar la recreación de los lobos huargos, esos majestuosos animales que nos cautivaron en Juego de Tronos. Pero no todo lo que brilla es oro. Alberto Fernández-Arias, un experto en el tema, nos advierte que estos no son más que sombras del pasado; no son copias genéticas exactas de los lobos originales, sino intentos de restaurar funciones ecológicas perdidas. Esto deja claro que la tan ansiada desextinción completa aún está a años luz.
Una historia con tintes amargos
Hablamos de un esfuerzo titánico por traer de vuelta a una especie extinta desde hace 13.000 años. Sin embargo, la única vez que se logró algo similar fue en 2003 con el bucardo, gracias a la Universidad de Zaragoza. Aquella vez sí se creó un ejemplar idéntico mediante clonación celular. ¿Y qué pasó después? El pobre bucardo nació con malformaciones y falleció a los pocos minutos, un recordatorio brutal de las complicaciones del proceso.
La diferencia entre el caso del bucardo y los actuales lobos huargos radica en las técnicas utilizadas: mientras que Colossal emplea métodos genéticos para jugar a ser dioses y devolver la vida a especies perdidas, Zaragoza optó por un enfoque más tradicional y directo. Así que aquí estamos, mirando hacia el futuro y preguntándonos si realmente queremos ver resurgir especies o simplemente nos conformamos con historias llenas de promesas vacías.
¿Es posible recuperar lo irrecuperable? La respuesta parece ser sí… pero con matices. A medida que avanzamos en este territorio desconocido de la desextinción, es crucial preguntarnos: ¿qué significa esto para nuestro planeta? ¿Estamos preparados para asumir las consecuencias éticas y ecológicas? Tal vez antes deberíamos pensar dos veces antes de tirar a la basura nuestra relación con lo natural.