La llegada de las plataformas de streaming ha revolucionado nuestra forma de ver televisión y, sorprendentemente, también nuestros hábitos de sueño. Si hace un par de décadas nos quedábamos pegados a la pantalla hasta altas horas, ahora parece que estamos aprendiendo a cuidar nuestro descanso.
Un reciente estudio realizado por expertos de la Universidad de Kansas ha desvelado que, en comparación con hace 20 años, hoy nos acostamos antes. La hora promedio para irse a la cama se sitúa en las 22:14, mientras que en 2003 era más bien sobre las 22:36. Y lo más curioso es que este cambio es más evidente entre los jóvenes: aquellos entre 18 y 29 años se apagan más pronto aún, alrededor de las 21:42.
El poder del contenido bajo demanda
¿Y cuál es la clave detrás de esta transformación? La flexibilidad. Ahora podemos elegir qué ver y cuándo hacerlo sin necesidad de estar atados a un horario fijo. Tal como afirman los investigadores, “en la era del video en línea, somos capaces de programar nuestras visualizaciones para favorecer horarios saludables”. Así que ya no hay razón para trasnochar viendo ese programa tan esperado.
La encuesta abarcó a unos 200.000 adultos, quienes compartieron sus hábitos respecto al sueño y el consumo televisivo. Los resultados mostraron que las pantallas se apagan entre 15 y 30 minutos antes en personas menores de 65 años; pero atención: los mayores aún prefieren ver programas en directo y sus rutinas no han cambiado tanto.
A medida que ahondamos en estos hallazgos, resulta evidente que el cambio es notable especialmente entre los jóvenes adultos. Durante los días laborables se acuestan media hora antes y los fines de semana casi media hora menos también. Es un avance significativo si pensamos en cómo estas nuevas formas de entretenimiento pueden ayudarnos a descansar mejor.