El Puig Major se ha despertado este invierno con una imagen que nos roba el aliento. Desde los 1.300 metros, la nieve se aferra al paisaje, cubriendo de blanco cada rincón y convirtiendo la montaña en un auténtico paraíso invernal. La temperatura ha caído por debajo de cero, y eso significa que el frío ya no es solo un rumor: es una realidad palpable.
Un espectáculo que invita a disfrutar
Este fenómeno natural no solo embellece nuestras montañas, sino que también nos recuerda lo pequeña que es nuestra vida frente a la grandeza de la naturaleza. Muchos vecinos están aprovechando para salir a disfrutar del aire fresco y ver cómo la nieve transforma sus alrededores. Pero, ¿y qué pasa con las consecuencias de estos cambios climáticos?
Aunque esta nevada puede parecer un regalo del cielo, expertos y biólogos advierten sobre los riesgos de una tendencia creciente hacia el monocultivo turístico en nuestras islas. El debate está servido: mientras algunos ven belleza en este manto blanco, otros ven peligro en su incesante expansión artificial. En definitiva, debemos cuestionarnos qué queremos hacer con nuestro entorno.
Así que, mientras disfrutamos de esta estampa invernal única, no olvidemos reflexionar sobre cómo cuidamos nuestro hogar natural. No dejemos que esta maravillosa vista se convierta en algo fugaz; disfrutémosla y aprendamos a respetarla.

