En nuestra sociedad, el término ‘migrant’ suena como una etiqueta cargada de prejuicios. A menudo se usa para referirse a aquellos que llegan en patera, mientras que el término ‘estranger’ se asocia con quienes vienen a invertir y aportar dinero. Esta doble moral no solo es inquietante, sino profundamente injusta.
Una mirada crítica hacia el lenguaje
Las palabras importan, y mucho. Cuando escuchamos cómo se categoriza a las personas según su origen o situación, nos damos cuenta de que hay un sesgo racista latente. ¿Por qué los primeros son vistos como una carga y los segundos como una oportunidad? No podemos permitir que esta narrativa continúe, pues es momento de reflexionar sobre nuestras propias actitudes y cómo estas impactan en la comunidad.
A través del lenguaje, transmitimos valores. ¿Estamos dispuestos a seguir tirando a la basura la dignidad de quienes buscan refugio? Debemos cuestionar ese monocultivo turístico donde solo valoramos a quienes llenan nuestros bolsillos, olvidando a aquellos que vienen con esperanzas e ilusiones. La conversación está abierta; hagamos eco de este debate necesario.

