En Mallorca, un pequeño bar ha encendido una gran controversia. La traducción al catalán de un famoso eslogan en castellano, ‘Copa va venir la casa’, ha provocado reacciones encontradas entre los locales. ¿Estamos realmente preparados para hablar nuestra lengua sin tapujos? Esto nos lleva a preguntarnos si hemos superado las sombras del pasado o seguimos atados a ellas.
Una historia que no deja indiferente
Elga Cremades, periodista apasionada por su tierra, se pregunta cómo es posible que en pleno siglo XXI sigamos lidiando con estas cuestiones lingüísticas. La herencia del franquismo aún se siente fuerte en muchos rincones de Baleares, donde nombres de clubes deportivos permanecen anclados al castellano como si el tiempo no hubiese pasado. ¿Es hora de poner fin a este monocultivo turístico?
A lo largo de esta historia, hemos escuchado voces críticas como la de Guillem Ferrando y Mariona Mas, quienes han sido premiados por su trabajo en defensa de los derechos lingüísticos. Sus palabras resuenan entre nosotros: “No podemos seguir ignorando nuestras raíces”. Mientras tanto, los docentes en las islas destacan por ser unos de los mejor pagados del país; sin embargo, esto no parece traducirse en una mayor promoción del uso del catalán.
No hay duda de que estamos ante un momento crucial para decidir qué queremos ser como sociedad. A medida que avanzamos hacia el futuro, debemos preguntarnos: ¿seguiremos permitiendo que nos tiren a la basura nuestras lenguas y culturas? El caso del bar solo es una muestra más de que las luchas por nuestra identidad están lejos de haber terminado.

