En un giro de lo que parece una broma macabra, el sector avícola está viviendo un verdadero desbarajuste. La gripe aviar ha hecho estragos, llevando a Avícola Ballester a sacrificar la escalofriante cifra de 100.000 aves. Y mientras eso sucede, los consumidores se preguntan: ¿cómo es posible que con tantas gallinas en el suelo, los huevos brillen por su ausencia?
Una realidad desconcertante
La frase de uno de los responsables de la empresa resuena con fuerza: «Això és el món a l’inrevés», refiriéndose a esta paradoja inquietante donde matamos gallinas y, sin embargo, no hay suficientes huevos para llenar nuestras neveras. Este escenario distópico pone en jaque no solo al sector productor, sino también a todos nosotros como consumidores.
Pensar que estamos tirando por la borda tantos recursos y aun así no conseguimos abastecer el mercado es sencillamente frustrante. La situación se complica más cuando recordamos que estas decisiones no son solo números; detrás hay familias, trabajadores y un sistema entero que parece estar gritando ayuda.
No podemos quedarnos cruzados de brazos mientras la industria se enfrenta a este absurdo. Está claro que necesitamos un cambio radical en cómo gestionamos nuestros recursos. Es hora de replantearse las cosas antes de que sea demasiado tarde.

