La historia que hoy nos ocupa no es solo la de un empresario, sino la de un hombre que ha levantado la voz en medio del silencio. Hablamos de quien está detrás de esa polémica macrogranja en Sineu, quien se siente desamparado tras haber solicitado audiencia con Simonet en cuatro ocasiones y no recibir respuesta alguna. Es una situación que, lejos de ser un mero trámite administrativo, es un claro reflejo de lo que muchos sentimos: ¿dónde está la transparencia? ¿Acaso nuestros representantes no tienen tiempo para escucharnos?
Un clamor por el diálogo perdido
En un mundo donde la comunicación debería fluir como el agua, este empresario se encuentra atrapado en un embrollo burocrático que parece no tener fin. “He hecho mi parte pidiendo una audiencia”, dice con frustración, mientras los ecos de su demanda resuenan entre quienes también buscan ser escuchados. En medio de esta tormenta, hay vecinos que comienzan a movilizarse, preguntándose cómo es posible que proyectos tan importantes para nuestra comunidad sean tratados como si fueran asuntos menores.
A medida que avanza el tiempo sin respuestas claras, crece el sentimiento colectivo de impotencia. Nos encontramos ante una manca de transparencia alarmante. La costa y nuestras tierras son más que simples activos económicos; son parte de nuestra identidad. Y si las decisiones siguen tomándose a espaldas del pueblo, corremos el riesgo de vernos despojados no solo del paisaje, sino también de nuestra esencia.

