Caminar por Palma en un día como hoy es más que un simple paseo; es un acto de resistencia y de memoria. El 25 de noviembre, el aire se carga de voces que claman justicia, recordando no solo a las víctimas locales, sino también a las valientes mujeres palestinas que sufren en silencio. La ciudad se convierte en un escenario donde centenares de personas se reúnen para alzar sus voces contra la violencia machista.
Una lucha que nos une
No podemos quedarnos callados ante la brutalidad que padecen muchas. “No es solo una cuestión local; es un grito global”, dice una joven activista mientras sostiene un cartel con mensajes contundentes. En cada esquina, hay historias que contar: desde los crímenes del pasado hasta la falta de recursos para quienes buscan ayuda hoy en día.
Palmamos todos juntos, dejando claro que estamos aquí para luchar. Se siente la pasión en el aire, una energía colectiva que invita a reflexionar sobre lo que significa ser mujer en este mundo. Las pintadas con simbología feixista aparecen como sombras del pasado, recordándonos que aún queda mucho por hacer. Pero esta no es una historia de derrota; es una celebración del coraje y la resiliencia.
A medida que avanza la marcha, queda claro: ¡no estamos dispuestos a tirar todo esto a la basura! Palma se erige como faro de esperanza y unión, mostrando al mundo que el cambio empieza aquí y ahora. Juntos, podemos hacer frente a cualquier adversidad.”

