En el corazón de la literatura, siempre hay personajes que brillan con luz propia. Sebastià Portell es uno de ellos. Según su maestra, Aina Roig, él era el centro de una corte celestial, rodeado de un grupo de ninas maravillosas. Pero ¿qué significa realmente eso? Significa que este joven talento no solo atraía a sus compañeros, sino que también llenaba los espacios con historias y sueños.
Un faro en la oscuridad
A medida que nos adentramos en su mundo literario, nos damos cuenta de que la pasión por contar historias se siente como un eco en cada página. En estos tiempos donde el abandono parece asfixiar la educación, encontramos en figuras como Portell una razón para seguir creyendo. La realidad puede ser dura; 28 alumnos comienzan un curso y solo 10 lo terminan. Esto es más que una estadística; es un reflejo del sistema educativo al borde del colapso.
Y mientras tanto, en Palma se prepara la mágica iluminación navideña, pero no podemos olvidar las luces y sombras que enfrentan muchas familias. Una madre y sus dos hijos discapacitados han sido despojados de su hogar en Portocristo, recordándonos que tras cada noticia hay historias humanas desgarradoras. Los socialistas de Sineu exigen límites más estrictos para evitar esas macrogranges que amenazan con devorar nuestra tierra.
Aquí estamos, ante una sociedad llena de contradicciones y luchas diarias. Desde los encantos de las fiestas hasta las crudas realidades del desalojo o la crisis habitacional. Es hora de dejar claro nuestro deseo: queremos un futuro donde nuestros niños no solo aprendan a leer, sino a soñar.

