En un giro desgarrador de la realidad, una madre y sus dos pequeños, ambos con discapacidades, han sido despojados de su hogar en Portocristo. Esta situación no es solo una historia más; es un grito que nos llama a reflexionar sobre lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Cada vez más familias se ven atrapadas en un sistema que parece olvidar lo esencial: la dignidad y el bienestar de las personas.
La dura realidad del mercado inmobiliario
El precio de la vivienda en las Baleares ha alcanzado cifras estratosféricas, y lo peor es que esto no es solo un problema aislado. Cada día nos encontramos con historias como esta, donde el sueño de tener un hogar se convierte en una pesadilla. ¿Cómo puede ser que mientras algunos acumulan riquezas, otros son empujados a la calle?
Las palabras del alcalde de Selva resuenan entre los ecos de impotencia: “No he intervenido en la contratación de mi hijo”, mientras las dudas sobre sus decisiones persisten. La comunidad siente el peso de estos acontecimientos. Nos pregunta si realmente estamos protegiendo lo que importa o si estamos simplemente tirando todo por la borda.
Además, hay una creciente necesidad de revertir años de castellanización impuesta por el franquismo. Nombres y apellidos han sido borrados sistemáticamente, como si nunca hubieran existido. Por eso, cada paso hacia la recuperación cultural cuenta.
No podemos mirar hacia otro lado; debemos levantar la voz ante estas injusticias. Este desalojo es solo una muestra más del monocultivo turístico que está destruyendo nuestra esencia y nuestro tejido social. Hoy fue esta familia, pero mañana podríamos ser nosotros. Es hora de actuar y exigir cambios reales.

