En una reciente conversación, Tomeu Canyelles ha puesto el dedo en la llaga al afirmar que “las drogas no solo han sido materialmente accesibles en las Balears, sino que también lo han sido culturalmente”. Esta declaración, cargada de verdad y urgencia, nos invita a reflexionar sobre un tema que muchos preferirían ignorar. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Una realidad inquietante
Las Islas Baleares se encuentran atrapadas en un ciclo donde el consumo de drogas se normaliza, no solo por su disponibilidad física, sino también por la forma en que se perciben socialmente. La cultura del ocio desmedido y el turismo desenfrenado han contribuido a crear un ambiente donde estas sustancias parecen ser parte del paisaje cotidiano. Como bien dice Canyelles, esto va más allá de lo tangible; es una cuestión profundamente arraigada en nuestra sociedad.
A medida que navegamos por esta problemática, es crucial recordar que las palabras tienen poder. Nos enfrentamos a la necesidad de cambiar narrativas y actitudes hacia el consumo de drogas. No podemos permitirnos tirar a la basura lo que somos como comunidad; necesitamos unir fuerzas para abordar esta crisis desde sus raíces culturales.
Por tanto, invito a todos los lectores a reflexionar: ¿qué tipo de legado queremos dejar para futuras generaciones? Es momento de escuchar voces como la de Tomeu Canyelles y actuar antes de que sea demasiado tarde.

