Cuando hablamos de Mallorca, muchos se imaginan playas paradisíacas y un sol radiante. Pero la realidad es que hay algo más que eso. La isla ha visto cómo el turismo, especialmente el alemán, ha crecido de forma desmesurada. Y no son pocos los que se sorprenden al llegar aquí y darse cuenta de la saturación turística que afecta a nuestras calles y paisajes.
La voz de la comunidad
Aquí, en Mallorca, nos encontramos con vecinos preocupados por la situación. No es solo una cuestión de números; es una cuestión de calidad de vida. Muchos piden a gritos que se prohíban los vuelos nocturnos a Palma para poder descansar sin el constante ruido del tráfico aéreo. Ellos son quienes viven en esta hermosa isla día tras día y sienten cómo su hogar cambia ante sus ojos.
Y mientras tanto, las instituciones parecen hacer oídos sordos. Nos preguntamos: ¿en qué momento decidimos convertirnos en las islas más saturadas? Cada rincón está explotado al máximo por un monocultivo turístico que parece no tener fin. Las voces críticas surgen entre aquellos que aman su tierra y desean preservarla para futuras generaciones.
Así que sí, hay muchos alemanes aquí, pero detrás de cada turista hay historias, impresiones y realidades que deben ser escuchadas. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a escuchar antes de seguir tirando todo a la basura?