En Palma, la situación es alarmante. La Flotilla Global Sumud clama por protección y grita a los cuatro vientos la necesidad de detener el genocidio en Palestina. Esta no es solo una cuestión política; es un grito desde las entrañas de nuestra sociedad que nos interpela a todos.
Bunyola vuelve a ser escenario de emociones
Bunyola, con su esencia vibrante, se llena de vida otra vez gracias a la Correguda en ropa interior. ¿Quién lo diría? La gente se anima, ríe y comparte un momento que trasciende el simple hecho de correr; es una conexión con lo que somos, con nuestras raíces y costumbres. Y mientras tanto, hay un nuevo juego en marcha para atraer a los jóvenes hacia la rica historia de las Balears. Es fundamental involucrarlos; son ellos quienes mantendrán viva nuestra identidad.
Pero no todo es alegría en estas tierras. Los turistas se sorprenden al escuchar: “¡Hay muchos alemanes!”, como si eso fuera una novedad. Quizás esa sorpresa debería hacernos reflexionar sobre cómo hemos transformado nuestro hogar en un monocultivo turístico, olvidando lo auténtico por el brillo del oro fácil.
Y Carme Riera nos recuerda que incluso los pequeños gestos cuentan: “Mi hijo pegaba patadas a mis libros porque sentía que le robaban a su madre”. Con sus palabras, nos invita a pensar en el valor de lo que tenemos cerca. Por otro lado, las familias de Son Sardina han decidido no llevar a sus hijos al colegio debido a la presencia del polémico Miquel Roldán; una decisión dura pero necesaria según ellos.
Mientras tanto, nuestras Islas siguen perdiendo 67 millones de litros de agua cada día por una red que parece no tener fin. Y ahí está el Gobierno advirtiendo a Vox sobre la prórroga presupuestaria antes de ceder ante más exigencias. El agua se ha convertido en un problema del cual nadie quiere hablar abiertamente.
A medida que navegamos entre estos desafíos, recordemos siempre que estamos unidos como equipo y como comunidad; eso es lo más importante.