En el corazón de las Islas Baleares, la situación de los migrantes se complica aún más. Sira Rego, una voz crítica y apasionada, ha alzado la voz ante lo que considera un acto racista por parte del Govern, que planea suspender el reparto de menores migrantes. En un momento donde la solidaridad debería prevalecer, nos encontramos ante decisiones que parecen tirar a la basura años de progreso.
La realidad en el mar
No podemos ignorar que hay quienes arriesgan sus vidas en el mar. Recientemente, algunos migrantes han estado esperando hasta siete horas en una pastera, mientras guardias civiles acusan a Salvamento Marítimo de practicar un racismo institucional. Es desgarrador pensar que esto sucede justo en nuestra puerta.
Aumentando la preocupación, las estadísticas muestran que han llegado 257 personas en 16 pasteras. Cada número representa una vida, una historia y muchas esperanzas puestas en un futuro mejor. Y entre tanto caos, es difícil no recordar a Damià Rotger, quien era descrito por su amigo como una rara avis con su propio mundo. Nos hace cuestionar: ¿somos demasiado nostálgicos para disfrutar del presente?
Mientras tanto, el lujo se extiende en Mallorca como si nada importara. Pisos a precios desorbitados contrastan con esta dura realidad social. La posidonia también sigue sufriendo bajo la presión del desarrollo turístico; no podemos quedarnos callados ante esta situación.
A veces parece que estamos en un escenario surrealista: artistas luchando en sus talleres por crear algo auténtico mientras otros se enriquecen sin compasión. Las cosas tienen que cambiar; no podemos seguir así.