La realidad de Mallorca está cambiando a pasos agigantados y, aunque el sol brilla en nuestras playas, la sombra del lujo desmedido también se extiende. Imagina pagar cinco millones de euros por un piso. Suena surrealista, ¿verdad? Pero es lo que está ocurriendo en Palma, donde los precios de la vivienda han alcanzado cotas astronómicas.
La burbuja inmobiliaria vuelve a inflarse
A medida que el monocultivo turístico sigue marcando el rumbo de la isla, cada vez son más los que se preguntan si este tipo de inversiones no están tirando a la basura el auténtico espíritu mallorquín. Por un lado, tenemos a las grandes constructoras que ven en estos proyectos una oportunidad dorada; pero por otro, hay quienes sienten que se está poniendo en peligro el carácter local y accesible de nuestras comunidades.
No olvidemos que mientras algunos disfrutan de vistas espectaculares desde sus áticos lujosos, otros luchan por encontrar un hogar asequible. El reciente despliegue de cámaras para medir la ocupación del aparcamiento del Trenc no hace más que evidenciar cómo estamos convirtiendo nuestra isla en un parque temático para ricos.
Y como si esto fuera poco, entre noticias sobre jóvenes intentando escapar tras ser detenidos por tráfico ilegal y rescates en montañas empinadas, nos encontramos con una sociedad cansada y preocupada. No puede ser que el calor nos obligue a arriesgar nuestras vidas solo para ganarnos un sueldo.
Palma parece estar reforzándose ante el partido del Mallorca contra el Celta este sábado; esperemos que al menos eso sirva para unirnos como comunidad. Mientras tanto, seguimos preguntándonos hasta dónde llegará esta locura inmobiliaria.