En pleno verano, cuando el sol abrasa nuestras calles y parece que hasta el aire se detiene, hay quienes arriesgan su vida por un salario. ¿Es esto lo que queremos? En Mallorca, los trabajadores del sector turístico sienten la presión de tener que cumplir con sus tareas a pesar de las temperaturas extremas. «No puede ser que, por la calor, la gente se juegue la vida a la feina», clama un trabajador que prefiere permanecer en el anonimato.
Un verano marcado por contradicciones
Los datos son alarmantes. Mientras los turistas inundan las playas y restaurantes como si no hubiera un mañana, las compras en nuestros comercios locales caen en picado. «Las rebaixes ya no funcionan», dice otro comerciante desesperado. Es triste ver cómo nuestro tejido comercial se resiente mientras otros disfrutan del paraíso. Y no solo eso; las movilizaciones en el transporte sanitario han sido desconvocadas tras largas negociaciones entre conductores y patronal. Pero, ¿realmente hemos solucionado algo o solo estamos aliviando una presión momentánea?
En medio de este caos, llegan ecos desde Canarias criticando la postura de Prohens sobre el reparto de menores migrantes: «Es insolidaria». La verdad es que gestionar esta situación debería ser nuestra prioridad, no alarmar a una población ya afectada por múltiples crisis.
Así estamos, luchando cada día entre incendios y decisiones difíciles. El Gobierno quiere detener el reparto de menores solo en nuestras islas mientras reforzamos líneas de transporte para eventos deportivos como si todo estuviera bien. La crisis parece eterna y aún así seguimos adelante.