El horizonte de Mallorca se prepara para recibir más de 1.500 nuevas plazas turísticas a partir de septiembre. Pero, ¿realmente es esto lo que queremos? En un momento en el que la isla lucha contra el desbordamiento turístico y las consecuencias del monocultivo, parece que la oferta sigue creciendo sin control.
Mientras tanto, la situación en los aeropuertos no mejora; dos vuelos cancelados y retrasos en la recogida de equipajes son solo una muestra del caos que vivimos durante el tercer día de huelga del ‘handling’. Y aquí estamos, cada vez más atrapados entre un turismo masivo que amenaza con tirar por la borda lo que queda de nuestra esencia.
La presión sobre nuestras costas
Por si fuera poco, el GOB ha alzado la voz pidiendo que se prohíba el fondeig a menos de 50 metros de las calas. El litoral balear ya está sufriendo demasiada presión, y no podemos quedarnos callados mientras nuestra costa se convierte en un vertedero de pasteras. La comunidad debe reaccionar ante esta situación antes de que sea demasiado tarde.
No podemos ignorar las palabras contundentes de Prohens, quien se opone a la condonación del millonario deuda estatal. La tensión política añade más leña al fuego. Mientras tanto, otros lugares como Canarias critican esa falta de solidaridad hacia los menores migrantes. Es hora de reflexionar: ¿qué tipo de futuro queremos para nuestras islas?