Cuando pensamos en las condiciones laborales, lo que nos viene a la mente no siempre es el sudor y la lucha diaria contra temperaturas extremas. Pero eso es exactamente lo que viven cada día los trabajadores de limpieza de la UIB. En plena ola de calor, se ven obligados a realizar su labor sin un soplo de aire acondicionado. ¿Y quién se preocupa por ellos?
Esta situación no solo habla del esfuerzo físico que implica su trabajo, sino también del desprecio hacia su bienestar. ¿Es justo que en un campus donde se fomenta el conocimiento y la educación, se ignoren las necesidades básicas de quienes mantienen esas instalaciones limpias? La indignación crece entre sus compañeros y muchos estudiantes, que se preguntan por qué nadie hace nada al respecto.
Crisis silenciosa en nuestras universidades
En un momento en que todos estamos hablando del cambio climático y sus efectos, parece que nos olvidamos de los más cercanos a nosotros. Estos valientes trabajadores enfrentan jornadas extenuantes en un entorno hostil mientras sus derechos básicos son tirados a la basura. No es solo una cuestión de confort; es una cuestión humana.
La historia debería ser diferente: dignidad y respeto para todos aquellos que contribuyen a nuestra comunidad universitaria. Y mientras seguimos ignorando esta realidad, les debemos un reconocimiento, no solo con palabras, sino con acciones concretas.