En medio del bullicio turístico que nos envuelve cada verano en las Balears, el GOB ha tomado una decisión valiente. Con la presión sobre nuestro litoral alcanzando niveles insostenibles, han decidido prohibir el fondeig a menos de 50 metros de las calas. ¿Es esto un grito de auxilio ante un modelo que parece más un monocultivo turístico que una celebración de nuestra rica cultura y naturaleza?
Una respuesta necesaria
La situación es crítica. Cada año, nuestras playas sufren por la invasión desmedida de barcos y turistas que parecen olvidar que estas aguas son nuestro hogar. Desde el gobierno español, escuchamos excusas como que los aeropuertos no son responsables de la masificación turística. Pero ¿realmente podemos seguir ignorando lo evidente? La defensa del entorno marino no puede quedar relegada a palabras vacías.
No olvidemos las historias locales: familias enteras ven cómo sus rincones favoritos se convierten en escenarios de caos. Por eso, esta medida del GOB podría ser justo lo que necesitamos para recuperar el respeto hacia nuestro litoral. Sin duda, es hora de poner límites y pensar en el futuro de nuestras playas.