En el barrio de La Soledat, la asociación vecinal ha decidido alzar la voz nuevamente. ¿Por qué? Porque ellos saben que unidos es como realmente se avanza. Este sentimiento de comunidad es más necesario que nunca en tiempos donde las decisiones parecen tomadas desde un despacho lejano.
Voces en acción
No es raro escuchar a los vecinos cuestionar iniciativas como la reciente declaración de interés municipal para una fiesta del Flexas, que Vox ha criticado por su supuesta ideología LGTBIAQ+. Aquí, lo que importa no son etiquetas, sino el sentido de pertenencia y celebración compartida. Además, hay preocupaciones sobre el uso del suelo rústico: algunos argumentan con firmeza que antes de construir en estas áreas, deberíamos aprovechar cada rincón urbano disponible.
Y mientras tanto, un paso de peatones en Gesa sigue siendo considerado un ‘fantasma’ por muchos. «Todos cruzamos ahí y algún día habrá una desgracia», advierte un vecino con preocupación. Es fácil ignorar estos problemas hasta que tocan nuestra puerta.
Las denuncias también salpican a lugares turísticos: un restaurante en Eivissa ha sido señalado por cobrar doce euros por un simple penjabosses. Y así va la vida; entre lujos innecesarios y decisiones comunitarias que nos afectan a todos. Sin duda, la lucha está lejos de acabar, pero juntos podemos marcar la diferencia.