Menorca, ese paraíso que tantos anhelamos visitar, se ha convertido en un auténtico laberinto de turistas. La masificación está llegando a niveles que ni los propios isleños pueden soportar. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que este monocultivo turístico tire a la basura lo que realmente hace especial a nuestra tierra?
La voz de una generación
Los jóvenes han alzado la voz y no están dispuestos a quedarse callados. Con frases contundentes como “Puta TIB”, expresan su frustración ante un modelo que prioriza el negocio antes que el bienestar comunitario. Y es que, mientras algunos llenan sus bolsillos, muchos otros ven cómo su hogar se transforma en una atracción más del parque temático del turismo masivo.
No se trata solo de números; se trata de vidas y experiencias. Este verano, las calles de Palma son testigos del descontento colectivo. Las gelaterías han sucumbido al fenómeno viral de TikTok, pero eso no oculta la realidad: Menorca necesita un cambio urgente.
Así que aquí estamos, preguntándonos qué futuro queremos construir juntos. ¿Dejaremos que el turismo nos ahogue o levantaremos nuestras voces para reclamar un lugar donde todos podamos convivir en armonía? Es hora de reflexionar sobre lo que realmente valoramos y proteger lo que queda.