En la tranquila localidad de Sant Antoni, en Eivissa, un hombre ha sufrido heridas graves tras ser atropellado. La noticia ha corrido como la pólvora, dejando a todos con el corazón en un puño. ¿Cómo es posible que esto siga sucediendo en nuestras calles?
Una fiesta que se vuelve trágica
Este incidente no es más que otro recordatorio de los peligros que acechan cuando la fiesta y el alcohol están presentes. Mientras algunos disfrutan de la vida nocturna, otros se ven atrapados en situaciones críticas. La pregunta es: ¿dónde está el límite? Los menores, las fiestas descontroladas y el exceso de bebida son una mezcla peligrosa que estamos empezando a normalizar.
No podemos seguir ignorando lo que sucede a nuestro alrededor. Este atropello trae consigo un sentimiento de impotencia y frustración. En Eivissa, donde la cultura del ocio es parte de nuestra identidad, debemos encontrar un equilibrio para proteger a nuestra gente.