En Eivissa, donde el sol brilla con fuerza y el mar susurra historias de antaño, las casetas de pescadores se enfrentan a una amenaza constante: la presión implacable de las inmobiliarias. Estos pequeños refugios que han sido testigos del paso del tiempo están viendo cómo su esencia se desdibuja ante un monocultivo turístico que parece no tener freno.
Nos encontramos en un momento crítico. Las voces de los habitantes locales resuenan con preocupación. Algunos incluso denuncian un poblat clandestí en la Indioteria, donde fiestas descontroladas y actividades ilegales están empañando la imagen de la isla. “¿Hasta cuándo vamos a permitir que esto suceda?”, se pregunta Marta, una vecina con años de historia familiar en la zona.
Un futuro incierto para nuestras tradiciones
A medida que los días pasan, el miedo crece entre quienes luchan por preservar esta parte vital de su cultura. Las cifras son alarmantes: el 13% de los habitajes a la venta en las Balears desaparecen del mercado en menos de una semana. ¿Qué futuro les espera a aquellos que anhelan vivir en armonía con su entorno?
No podemos quedarnos callados mientras vemos cómo nuestra herencia se convierte en mercancía al mejor postor. La historia sigue escribiéndose, pero debemos ser nosotros quienes tomemos las riendas para asegurarnos de que Eivissa no pierda lo que la hace única.