En un rincón de Sineu, el eco de la protesta resuena con fuerza. La nueva edición del festival Much se presenta no solo como un evento musical, sino como una plataforma que alza la voz contra la gentrificación. ¿Acaso hemos olvidado lo que hace vibrar a nuestras comunidades? En este cartel, encontramos mensajes claros de apoyo a Palestina, un grito que une a todos aquellos que creen en un mundo más justo.
Una llamada a la acción
Pero esto no es todo. En Palma, las noticias sobre los “trabajadores pobres” de Groundforce en el aeropuerto nos recuerdan que hay realidades muy duras detrás del brillo turístico. Las concentraciones para exigir mejores condiciones laborales son un reflejo de una situación insostenible. No podemos mirar hacia otro lado mientras nuestro entorno se convierte en un monocultivo turístico, donde lo humano queda relegado a segundo plano.
Cada día, Baleares recibe cifras récord de visitantes, pero ¿a qué precio? Con 1,8 millones de personas en un solo día este mayo, parece que la vida cotidiana se ha vuelto una carrera contra el tiempo. Desde las calles hasta las playas, los espacios se saturan y nosotros nos preguntamos: ¿dónde queda nuestra identidad?
Mientras tanto, figuras del entretenimiento como Nadal o Broncano brillan en nuestras pantallas como favoritos para hacer cruceros por estas aguas. Pero nosotros sabemos que la realidad es otra; el aire acondicionado se ha vuelto un lujo inalcanzable y conseguir vivienda asequible es una misión casi imposible.
Sigue resonando la pregunta: ¿qué le hemos hecho a nuestras islas? La decisión del Real Mallorca de dejar el catalán fuera de sus comunicaciones despierta aún más indignación entre quienes valoramos nuestra lengua y cultura.
A medida que avanzamos hacia el futuro, debemos unir fuerzas y cuestionar estos cambios. El cartel del Much no solo es arte; es un recordatorio potente para todos nosotros: la lucha sigue viva.