En el corazón de Mallorca, Cala Tuent se enfrenta a un dilema que muchos ya conocemos. El GOB, ese grupo que siempre está al pie del cañón defendiendo nuestro entorno, ha alzado la voz. Lo que una vez fue un rincón idílico ahora parece estar bajo la presión de un turismo descontrolado, relegando la conservación a un segundo plano. Y es que, ¿qué nos queda si tiramos a la basura nuestra herencia natural?
Un grito de alerta
Imaginemos por un momento que caminamos por las senderos rodeados de pinos y el sonido del mar nos acaricia los oídos. Pero, lamentablemente, la realidad es diferente. La llegada masiva de turistas está transformando este paraíso en algo irreconocible. “Es como si no importara nada más que llenar los bolsillos”, dice uno de los residentes locales con una mezcla de tristeza y rabia.
Las voces críticas resuenan en cada esquina: desde las gentes del lugar hasta aquellos que solo buscan disfrutar de su belleza natural. “No queremos ser un monocultivo turístico”, añaden con firmeza. Es hora de tomar decisiones y repensar cómo queremos vivir en esta isla que todos amamos.