En un rincón de Palma, la violencia volvió a hacerse eco. Un hombre, en un acto totalmente despreciable, roció a otro con líquido inflamable y lo amenazó con prenderle fuego. La escena no solo es impactante, sino que también nos recuerda lo frágil que puede ser nuestra convivencia diaria. Este tipo de actos nos afectan a todos, ¿no crees?
Una realidad inquietante
A medida que la violencia machista se convierte en una triste constante en nuestra sociedad, las estadísticas son alarmantes: el perfil mayoritario de las víctimas en Palma se sitúa entre los 30 y 44 años y cuenta con estudios primarios. Es desgarrador pensar que estas situaciones ocurren tan cerca de nosotros. Nos preguntamos: ¿hasta cuándo toleraremos esto? No podemos seguir ignorando la gravedad del problema.
El hecho de que haya hombres capaces de llegar a estos extremos debería ser un llamado a la acción para todos. Pero mientras tanto, vemos cómo nuestros jóvenes se juegan la vida saltando desde alturas peligrosas o cómo turistas ignoran las normas más básicas durante su estancia en nuestras islas. Sin duda, hay algo muy desajustado en esta ecuación.