La situación en Mallorca está que arde. Los usuarios del tren no pueden más con los retrasos y las nuevas frecuencias que parecen una broma de mal gusto. La frustración se respira en el aire, mientras los pasajeros miran sus relojes, preguntándose si alguna vez llegarán a su destino. Cada día, las estaciones se llenan de caras largas y murmullos de descontento.
Una comunidad afectada
¿Acaso es tan difícil garantizar un servicio decente? Nos preguntamos si el Govern realmente escucha a la gente o simplemente decide tirar a la basura nuestras necesidades. Las obras de SFMA no parecen tener fin, pero ¿a qué precio? La gente tiene derecho a moverse sin perder horas en el trayecto.
Además, hay quienes ven esta situación como una oportunidad para criticar el monocultivo turístico. Un modelo que prioriza el beneficio inmediato sobre las necesidades de la población local. ¿Es este el futuro que queremos para nuestra isla?
A medida que seguimos esperando mejoras reales y efectivas, queda claro: necesitamos respuestas y acción. La voz de Mallorca se alza cada vez más fuerte; es hora de que nos escuchen.