La situación en el aeropuerto de Palma ha estallado. Los trabajadores del TIB se han echado a las calles, o mejor dicho, a la pista, para manifestar su descontento tras unas negociaciones que parecen haberse esfumado. La tensión se siente en el aire y no es para menos; sus reivindicaciones están siendo ignoradas y no piensan quedárselo callados.
Un grito desesperado por justicia laboral
No es solo una cuestión de salarios. Lo que está en juego aquí es el futuro de cientos de familias que dependen del transporte público. Con cada pancarta alzada y cada grito compartido entre compañeros, se nota la rabia contenida por un sistema que parece mirar hacia otro lado.
La comunidad no puede quedarse indiferente ante esta realidad. ¿Qué pasa con aquellos que hacen funcionar nuestra isla? Ellos también tienen derecho a ser escuchados. Mientras los turistas disfrutan de nuestras playas y restaurantes, muchos locales ven cómo sus derechos laborales son pisoteados.
Es hora de que nos unamos y apoyemos a estos trabajadores, porque hoy son ellos, pero mañana podríamos ser nosotros. Las promesas vacías ya no convencen; necesitamos acciones reales que demuestren un compromiso con la gente que hace posible nuestro día a día.