En medio de un panorama donde todos queremos una Mallorca más sostenible, los aparelladors de la isla se han hecho oír. Defienden las áreas de transición como una medida positiva, aunque reconocen que sus frutos no se verán a corto plazo. Esta postura resuena en un momento crítico donde el equilibrio entre turismo y vida local parece más frágil que nunca.
Un enfoque necesario para el futuro
Ellos saben que esta iniciativa es un paso adelante. Se trata de reducir el monocultivo turístico, esa dinámica que ha acabado por arrinconar a muchos residentes, obligándoles a mirar hacia otro lado al pasear por su propia ciudad. La comunidad está cansada, y estas voces resuenan como un eco en búsqueda de soluciones efectivas.
Aunque queda claro que los cambios significativos llevan tiempo, la esperanza brilla: hay quien cree firmemente que este es el camino hacia una isla más habitable y menos explotada. Es hora de dialogar y buscar alternativas viables antes de tirar a la basura lo que nos hace únicos.