La situación en Palma está que arde. La Federación de Vecinos ha alzado la voz, y lo hace con fuerza, contra la reciente decisión de liberalizar el suelo en nuestra querida ciudad. ¿A quién beneficia realmente esta medida? Según ellos, a nadie más que a un mercado voraz que parece no tener límites.
Un clamor que no podemos ignorar
En palabras de un representante vecinal: “Esto solo va a tirar por la borda nuestro entorno y dejará a los ciudadanos a merced de intereses privados.” Y es que, mientras algunos siguen hablando de progreso, otros sienten cómo su hogar se desmorona ante un modelo que prioriza el beneficio económico sobre el bienestar colectivo.
No se trata solo de ladrillos y cemento; estamos hablando del futuro de nuestras comunidades. La liberalización del suelo podría resultar en un monocultivo turístico donde nuestras calles pierdan su esencia local y se conviertan en una mera atracción para visitantes fugaces.
A esto le sumamos noticias alarmantes como la muerte reciente de un hombre de 65 años durante un paseo por el Molinar o las licencias de obra nueva que Cort solo exigirá con una declaración responsable. Es como si todo estuviera colapsando y nadie pareciera querer poner freno.
Parece claro que necesitamos repensar nuestras prioridades. No podemos permitir que el deseo insaciable del mercado borre lo que nos hace únicos como comunidad. Necesitamos mantenernos firmes y exigir soluciones reales antes de perder lo poco que nos queda.