En un rincón de Mallorca, donde la esencia del paisaje se entrelaza con la vida diaria, Sa Pobla ha decidido levantarse. Este pequeño pueblo no está dispuesto a permitir que un tren atraviese su querido Marjal, un espacio natural que representa mucho más que una simple extensión de tierra. El pasado jueves, más de un centenar de personas se concentraron en el CEIP Pare Bartomeu Pou, una imagen que habla por sí sola: la comunidad unida defendiendo lo suyo.
El clamor de los vecinos
“No vamos a dejar que nos roben nuestro patrimonio”, gritaban algunos manifestantes. Y es que no es solo una cuestión de transporte; es la defensa del hogar y del entorno natural. Mientras tanto, las críticas hacia los planes del gobierno son cada vez más fuertes. La gente está cansada de ver cómo se priorizan proyectos que amenazan su forma de vida y su historia.
Pero esto no es todo. En el aire también flotan otras preocupaciones: el GOB ha anunciado movilizaciones contra una ley que permitirá construir en suelo rústico, tachándola como “la destrucción definitiva”. A medida que avanza este movimiento social, parece claro que Sa Pobla y sus habitantes están decididos a luchar por sus derechos y por preservar lo que les pertenece.