Con el verano asomando, Mallorca se enfrenta a una nueva realidad: las temperaturas están disparadas y la isla ha entrado en alerta amarilla. Este aviso no es solo un mero trámite; es un grito de atención para todos nosotros. Las olas de calor se suceden y nos invitan a reflexionar sobre cómo estamos tratando nuestro entorno.
Una ola de calor que nos afecta a todos
Además, por si fuera poco, la noticia del día nos llega desde Formentera. Una turista ha desaparecido tras alquilar una barca, lo que añade un toque sombrío al ambiente soleado. Mientras tanto, en otros rincones de nuestras islas, el Govern impone multas millonarias a granjas que no cumplen con las normativas. ¿Estamos tirando por la borda lo que realmente importa?
No podemos olvidar el debate candente sobre la lengua: muchos turistas creen erróneamente que solo hablamos castellano e inglés. Pero aquí estamos nosotros, los mallorquines, defendiendo nuestra identidad como sabemos hacerlo. ¡Es hora de tomar la palabra!
Y hablando de palabras y decisiones políticas, la Asamblea de Docentes ha hecho ruido entregando simbólicamente una camisa de la Falange a Prohens. Esto refleja un malestar creciente entre quienes ven cómo se gestiona nuestra educación y cultura. Con 19 escuelas concertadas interesadas en sumarse al Plan de segregación lingüística, parece que las cosas van hacia una dirección complicada.
Mientras tanto, el rey Felip VI ha nombrado a Rafel Nadal marqués del Llevant de Mallorca. Aunque suene bonito en papel, muchos nos preguntamos: ¿realmente representa algo significativo para nosotros? La masificación durante las fiestas de Sant Joan también está en el aire; quien más agranda este fenómeno son los mallorquines o los catalanes… ¡la pregunta queda abierta!