En el corazón de Ferreries, un grupo de familias ha alzado la voz con una petición clara y directa: no quieren que sus hijos asistan a una escuela religiosa. La preocupación es palpable; muchos padres sienten que este tipo de educación no se ajusta a sus valores ni al futuro que desean para sus pequeños. «La educación debería ser inclusiva y no estar marcada por dogmas», comenta Ana, madre de dos niños que ya están en edad escolar.
Una lucha por la educación pública
El próximo 25 de junio, esta inquietud se transformará en acción cuando tenga lugar la primera manifestación de la legislatura en defensa de la escuela pública. Las familias esperan que su mensaje resuene con fuerza y les ayude a encontrar aliados en esta lucha. En un contexto donde las plazas educativas son limitadas, se está hablando sobre cómo los centros educativos podrán destinar espacios vacíos a alumnos con necesidades específicas, lo que ha levantado aún más polémica entre quienes consideran que esto podría afectar la calidad educativa.
A medida que avanza el debate, voces críticas como las de la Facultad de Educación también se hacen escuchar, denunciando el pacto entre PP y Vox como una «vulneración grave del Decreto de mínims». La tensión está servida y los padres están decididos a seguir luchando por un modelo educativo que priorice la diversidad y el respeto.