En el corazón de Mallorca, la granja avícola de Llucmajor se ha convertido en el epicentro de un debate que arde como el sol en pleno agosto. La indignación no se ha hecho esperar tras conocerse el sacrificio de cientos de gallinas, una práctica que muchos consideran inhumana y obsoleta. ¿Hasta cuándo vamos a mirar hacia otro lado? La voz del pueblo, cansada y harta, pide a gritos que estas aves sean llevadas a santuarios donde puedan vivir libres y seguras.
El eco de la protesta
Mientras tanto, alrededor de 500 personas se han manifestado, exigiendo un cambio en la manera en que tratamos a estos seres vivos. «No se trata solo de gallinas; es una cuestión de ética y respeto», dice uno de los asistentes al acto. Y es que, cada vez más ciudadanos sienten que este tipo de prácticas son parte del pasado, un monocultivo turístico que no puede seguir existiendo en nuestra sociedad moderna.
A medida que la investigación del Col·legi de Veterinaris avanza, la presión aumenta sobre los responsables. La pregunta es clara: ¿qué tipo de futuro queremos para nuestros animales? Si continuamos ignorando su sufrimiento, quizás estemos condenando también nuestra propia humanidad.