La historia se vuelve a repetir, pero con un eco que retumba cada vez más fuerte. Este fin de semana, cinc pasteres fueron localizadas en aguas de Cabrera y Formentera, con un total de 101 personas a bordo. ¿Quiénes son? ¿Qué les ha llevado a arriesgarlo todo en busca de una vida mejor? Son preguntas que surgen al ver cómo la política se aleja del drama humano.
Una realidad desgarradora
A medida que el fenómeno migratorio avanza, la indignación crece entre nosotros. La situación no es nueva; llevamos años viendo cómo las costas se convierten en el último hogar para muchos. En tan solo tres meses, han llegado 15 cadáveres a nuestras playas. Cada uno de ellos representa una historia truncada, una familia rota y sueños destruidos.
No podemos mirar hacia otro lado mientras el monocultivo turístico parece ocupar más espacio que la humanidad misma. La llegada de estas personas no es solo un problema político; es un grito desesperado por ayuda y comprensión.
Nuestra sociedad necesita despertar. Hay que dejar atrás el discurso frío y distante. Los migrantes son seres humanos, no cifras ni estadísticas. Nos toca actuar desde la empatía y recordar que detrás de cada pastera hay un rostro, una historia llena de esperanza frente a la adversidad.