En las Islas Baleares, un tema candente está ocupando las conversaciones de cafés y calles: la desaparición de la correcta pronunciación de la doble ela. Y es que, mientras nosotros nos esforzamos por mantener nuestras raíces lingüísticas, parece que el tiempo no juega a nuestro favor. La preocupación se siente en el aire, como un eco de un pasado que muchos añoramos.
Una lengua en peligro
Recientemente, escuchamos a Laura Serra expresar su inquietud sobre cómo poco a poco nos estamos alejando de lo que alguna vez fue una forma distintiva de hablar. “Es triste ver cómo se desdibuja algo tan nuestro”, dice con una mirada llena de nostalgia. ¿Acaso vamos a permitir que nuestra identidad se diluya entre turistas y modas pasajeras?
Y no solo eso; otros acontecimientos recientes han sacudido nuestras bases culturales. Por ejemplo, la Mesa por la sostenibilidad ha visto su final tras un pacto entre el PP y Vox, dejando a muchos preguntándose si realmente estamos avanzando o simplemente tirando por la borda lo que nos hace únicos.
Mientras tanto, los rumores sobre la oficialidad del catalán siguen flotando en el aire como una nube espesa e inalcanzable. La Unión Europea parece posponer indefinidamente cualquier decisión al respecto, dejando claro que aún hay batallas por librar en este campo.
A medida que los días pasan y las cifras turísticas crecen (con 2,1 millones de visitantes hasta abril), nos enfrentamos a una realidad dura: “Las ciudades que viven del turismo no tardarán en morir”, afirma uno de nuestros vecinos con un tono resignado pero decidido. Nos encontramos ante un dilema: ¿preservar nuestra cultura o seguir alimentando un monocultivo turístico?
La historia sigue desarrollándose y nosotros somos parte fundamental de ella. Así que, queridos lectores, mantengámonos alertas y defendamos juntos nuestra lengua y nuestras costumbres antes de que sea demasiado tarde.